La vida cambia en un instante.

O si no, pesadlo. Todo pasa en un instante, en una milésima de segundo. En un segundo puedes o pueden arruinar tu vida, en un segundo pierdes una oportunidad, o incluso, con una sola frase pueden hacerte dejar de sonreír en un día. Y lo peor, en un segundo podemos perder todo. Vivimos de espaldas a la muerte. Nunca queremos saber nada de ella, pero está ahí. Y no nos daremos cuenta hasta que no pase algo que nos cambie la vida, hasta que estemos al borde. Porque vivimos pensando en un mañana en el que haremos las cosas que ahora no hacemos. Pocas veces decimos te quiero a nuestros padres, nos enfadamos por tonterías cuando hay mayores problemas en este mundo, deberíamos dar gracias todos los días a personas que siempre están ahí.

¿Cuándo aprenderemos que un día puede ser el último y que esas cosas deberíamos hacerlas todos los días?