Es
tan difícil crecer sin ti. Seguramente me podrías haber ahorrado
los fallos que he cometido y quizás me advertirías quien es de
verdad un amigo y quien no.
Pero
la realidad es que estoy sola, sola encerrada en cuatro paredes
escuchando música y escribiendo. Escribir es lo que, a veces, me
saca de esta soledad. Al final me acostumbré a estar sola, en un
silencio sobrecogedor y rodeada de fotos tuyas. Me acostumbre a estar
siempre ocupada para que mis recuerdos no me consumiesen.
Muchas
personas me dicen que ellas se habrían hundido y que no hubiesen
seguido para adelante. La puta realidad es que tarde o temprano todo
el mundo pierde a esa persona tan importante que le hacía sentirse
viva en una sociedad muerta. Alguien que siempre estuvo ahí, en lo
bueno y en lo malo.
Nunca
me he visto guapa, ni con buen cuerpo. Me veo con pocas cualidades
positivas, casi todas negativas. Y siempre he odiado de mi la
timidez. No quiero ser el centro de atención, prefiero pasar
desapercibida. Nunca me he echado muchas flores, la verdad. Y nunca
tendréis que decirme la típica frase: “Que creído se lo tiene.”
Pero
hay algo de lo que me siento orgullosa de mi misma. Puedo parecer
débil y seguramente mucha gente me ganaría en fortaleza física,
pero hablo de la otra fortaleza. La de la mente. Hay gente, que
aunque no lo parezca, es débil de mente. Y yo que parezco eso, soy
más fuerte de lo que creía. Llevo arrastrando muchas lágrimas,
mucha rabia, muchas preguntas, muchas oraciones para mierda, muchos
pésames... Pero no me hundí.
Con
el tiempo te acostumbras a levantarte todos los días con toda esa mierda a la espalda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario